El guanche

Era solo cuerpo, músculos
no le encontré, me encontró
cuando me metí en el baño
Entonces me rodeó con esos
poderosos brazos, me levantó

me puso sobre los labavos, se
quitó la camiseta, me puso atrás
la cabeza, buscó desesperadamente
mis tetas y mi cuello y y empezó
besarme dulcemente, con ansiedad,
con esos labios guanches carnosos
mientras yo lamía su torso desnudo
y mordisqueaba sus tetillas con
una desfachatez lobuna, apresurándo
el tiempo que teníamos para
saborear nuestros cuerpos en
aquel tugurio de mala muerte.
Me llamo César me dijo y estoy
destinado aquí, como guardia
civil y yo me sentí emperadora
en aquellos cinco minutos en el baño.
Luego nos arreglamos la ropa, me
pinté los labios, peiné mi pelo, me
mordisqueé los labios, me miré
en el espejo y salimos a bailar

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